Desde que estalló la pandemia mundial, el uso de mascarillas se ha multiplicado de una forma que es difícil de dimensionar. La producción de éstas, su uso y su deshecho han aumentado a pasos agigantados y lamentablemente ya podemos ver su efecto en la biodiversidad.
Las mascarillas y los guantes quirúrgicos han provocado asfixia en animales. Los elásticos los han encadenado envolviendo sus extremidades y causando su muerte. Incluso han encontrado mascarillas en los estómagos de animales más grandes como pingüinos.
Estos elementos de protección han aparecido en ríos, playas y mares. Los puedes ver olvidados y sucias en el piso de las ciudades. Pero, ¿Cómo llegan a los mares y los ríos? Al pesar solamente 4 gramos, el viento puede transportar una mascarilla por kilómetros.
Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, “si cada chileno utilizara 2 mascarillas diarias, en el país se desecharían 34 millones de ellas, aproximadamente, cada 24 horas”. Estas cifras aproximadas solamente nos hablan de las mascarillas, pero el uso de los guantes también se ha masificado.
Los guantes quirúrgicos están hechos en su mayoría de látex. Este material tarda aproximadamente 400 años en degradarse. Por otro lado, las mascarillas están fabricadas con poliéster y polipropileno. También tardan aproximadamente 450 años en descomponerse.
Frenar la propagación del coronavirus ha sido una medida obligatoria en muchos países. Entonces, ¿qué podemos hacer para cuidar el medio ambiente pero también nuestra salud?
Hasta el momento, el único consejo por parte del Ministerio de Medio Ambiente es separar los guantes y las mascarillas quirúrgicas y botarlos en una bolsa única para evitar que tenga contacto con los recolectores y que termine siendo transportado por el mundo por el viento.
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Fuentes:
https://www.youtube.com/watch?v=6VThvhyKluU
